miércoles, 25 de abril de 2012

Lento y Real


El concreto va cediendo al pasto
Las enredaderas brotan a cada paso
Cuando el acero retrocede oxidándose
Rompiendo las luces del conocimiento
Forjando ligamentos en los vacíos
Aguas subterráneas murmullan
Buscando salidas en las murallas
Sonidos de blancos almendros
Seducen la caída del tiempo
Sonríen, agitan, vociferan y se apagan
Las luminosas caras de los anuncios
Polvo rojo elevado en el espesor
Un tono represor da su último aliento
Son las pieles salvajes alzándose
Olfateando las ruinas del mundo
Mirando sin miedo su sangre vertida
En pozos de oro y mármol
Los restos deshechos
De concreto, plástico y acero
La luna reluce con las orejas al viento

jueves, 19 de abril de 2012

19:07

"El precio de la realidad bajo este cielo azulado y un mar de trigo dorado es bastante liviano, respirable, enraizado en las entrañas de mi corazón palpitante, la fuerza del remolino vital, la muerte sonríe y crea un espiral eterno"

domingo, 15 de abril de 2012

Serenidad

Serenidad. Cuando me embarga parece ser mi estado natural. La reconozco como una vieja amiga, madre, amante, que no he visto en mucho tiempo, pero que cuando reaparece parece despejar las neblinas confusas de la ilusión. Si, me ha sido esquiva hasta burlarme por completo a lo largo de mi vida, sobre todo desde la adolescencia en adelante. Por el contrario han brotado muchas plantas de ansiedad, miedo, desesperación y pasión desbocada. El camino de un poeta parece siempre estar lleno de manchones y zonas oscuras. Como el caso de la escritora Virginia Woolf, que sufría constantes ataques de histeria y despersonalización, pero que poseía una genialidad abrumadora. ¿Es necesario sufrir de formas casi mortales para que surja un producto genial? Creo que me he exigido mucho a lo largo de mi vida, ese conocido ser interior que castiga sin remordimiento lo que se hizo y dejó de hacer, el clásico dominador de los seres que han tenido un historial de timidez, falta de confianza en su ser, miedos... Es cierto, me he identificado mucho con ese ser sufriente y melancólico, con una postura agónica frente a la vida. Y lo cierto es que en un espiral de pasión, matizada con tormentas de oscuridad y ráfagas de luz, he producido, he experienciado y sobrvivido muchas horas límite, existiendo al filo de mis propias capacidades emocionales y cognitivas. Han surgido escritos llenos de pasión y locura, ira y amor ilimitados... Pero, ¿eso es lo que quiero hoy?... La verdad es que siento que ese ser se me está haciendo bastante lejano, así como hay gente que se ha alejado (y de la que me he alejado), así mismo, cada vez creo que deseo que las fuentes de la serenidad y la paz interior sean las que transcurran y gobiernen mi interior. Porque cuando estoy en ese estado creo que soy más liviano y certero. Me muevo más rápido y con menos dudas, además de ser más consecuente entre mis palabras y mis actos. Parece ser que esa paz mental actúa como una espada que corta toda la basura autodestructiva y boicoteadora de mi propio júbilo y juego. Siento que es hora de avanzar en ese sentido, y lo cierto es que la decisión la tomé hace un tiempo. Sin embargo, sé que el trabajo debe ser constante, que los mounstros de mi ser están lanzando sus amenazas más atronadoras (y lo cierto es que a veces las cumplen). Es por eso que siempre (y cada vez con mayor Fe), he de recurrir a la protección que siempre me ha sacado del pozo: la fuerza de los Espíritus benévolos, la Madre Tierra, el Padre Eterno, mi familia y mis amigas y amigos. Y por sobre todo el fruto que palpita maduro en mi corazón: escuchar su palpitar es seguir la senda de la Creación.

Brota

Aquí, en este mundo, en este momento, en este cuerpo y en esta mente
Aquí es donde circulan mis emociones, mis contradicciones, mis pesares
Aquí es donde se encuentran los ríos de la existencia para hacerme ver como un Yo
Que destila líquido negro cuando es puesto a prueba
Que tiene las aguas estancadas hace tiempo y va a parir un nuevo corazón
Que tiene las agallas sofocadas y va a recibir aire fresco
Donde tengo que encontrar mi camino para retornar a las cumbres níveas
Donde me doy cuenta del pasar del tiempo con temor
Donde el miedo ha abarcado mucho, pero se ha fagocitado a sí mismo
Hoy veo, más allá del instinto, por la materia invisible de mi conciencia
Hoy veo, y sé que se avecina el cambio
Hoy veo, y siento el Espíritu como camina entre las montañas y entre los edificios de concreto
Sé que ha sido y seguirá siendo dificil
Sé que las opciones han cambiado día a día
Sé que he clavado mis manos en el barro y muchas veces este me ha cegado casi por completo
La muerte acecha mis ventanas
La muerte me susurra al oído que abrazará mis mounstros
La muerte me habla de compasión y consistencia
Dejaré que me penetre la más alta (baja) sustancia
Dejaré que mi mente se afile y no sea temerosa
Dejaré que los bosques crezcan libremente
Porque soy una partícula de esta creación
Porque soy un danzante en este ballet cósmico
Porque soy como el veneno que se ha transformado en cura
Mis manos son puestas al servicio de la Madre Cósmica
Mis manos son guiadas por el Padre Eterno
Mis manos son fruto del Espiral Constante
Brota, compasión
Brota, fuerza
Brota, coraje
Aho

lunes, 18 de julio de 2011

El Llamado

Mis pensamientos se encuentran viajando por las vías de la Tierra, tratando de encontrar una salida, una bifurcación en el camino. Mis músculos están tensos al acecho, la sensación del movimiento, aire fluyendo por sobre las capas de la piel. El frío aguarda, donde las criaturas se acomodan en lo tibio de sus guaridas, donde los fuegos aún no alcanzan a llegar. Mi espíritu escucha y mira hacia el infinito del horizonte, buscando, intrigado, maravillado. ¿Qué es esa sensación que palpita en el interior? Allí donde nadie puede llegar, ni mi mente entrenada por la ciudad, ni las más retorcidas patrañas de un mundo enfermo. Es allí donde palpita la semilla que brota cuando la escuchamos, cuando respondemos al aullido que nos llama hacia lo desconocido, hacia lo oscuro, hacia la Madre que nos permitió la vida para vivirla como sea nuestra voluntad, pero que nos llamará a retornar cuando polvo seamos. Quizás es hora de partir. Hacia donde no hay seguridad ni cobijo aparente. Donde la roca y el árbol esperan con paciencia que los eones transcurran sin más peso que la humildad de sus hojas. Quizás es hora de afilar los cuchillos y elevar cantos de aventura para realzar el espíritu del ser humano: sin límites más que el de su propia voluntad. Tal vez sea tiempo de elevar cantos de alegría y dejar el calor de los hogares, olfatear el viento nocturno de la noche y abrir los ojos frente a la plateada luz de la Luna. Quizás es hora de encontrar el rumbo en la Tierra que se esconde bajo el asfalto: momento en que las confusiones encuentren descanso y abrigo en el regazo de nuestras raíces más profundas. ¿Dónde está la condición de seres humano, si no en la posibilidad de existir en decisión de quienes somos? ¿Dónde podemos decir que estamos vivos y no sólo respirando? ¿Quién ha dicho que es muy tarde, que no es posible, que es muy difícil, que las ideas se quedan siempre en el tintero, que debemos ser realistas? Quizás muchos lo dicen, excepto lo más importante: el corazón de la voluntad, el misterio inexplicable con la mera palabra del lenguaje, la poesía alquímica que une el bien y el mal, la bóveda astral y las catacumbas terrenales. ¿El propósito? ¿Quién lo sabe? ¿O acaso alguien podría explicarnos por qué se sienta a estudiar toda la noche para dar una prueba? ¿O acaso alguien podría convencernos de que es mejor vivir en la seguridad de nuestra computadora? Pues somos humanos y como tales bebemos de una sola fuente, al igual que toda la creación. Y cuando la fuente nos llama a la consciencia y más aún, cuando ese llamado es sincrónico, nada es peor que ignorarlo. Porque las barreras siempre van a existir, pero el tiempo transcurre querámoslo o no. Tal vez es hora de pensar un poco menos y clavar nuestras garras en la Tierra, para dar un gran aullido, y correr hacia el llamado de la Vida, de la Madre, de la Raíz. Quién sabe… Tal vez al regreso nuestros colmillos estén más afilados y nuestros olfatos renovados, para impregnar la realidad de inocencia otra vez.